Ya nos estamos preparando, ya el cuerpo está ardiendo en pleno invierno, ya sabemos con quiénes vamos a estar en la calle para defender nuestro derecho a decidir sobre nuestros cuerpos y nuestras vidas. Lo sabemos porque estamos organizadas, lo sabemos porque los lazos comunitarios se fueron afianzando cada vez que nos movilizamos por #AbortoLegal, por #NiUnaMenos, en cada paro feminista. Vamos a ser millones, rodeando el Congreso de la Nación y en cada pueblo y ciudad de nuestro territorio. Y cientos de miles se sumarán desde otros lugares: el internacionalismo feminista es una fuerza común que cruza océanos, montañas y desiertos y sabemos que nuestro movimiento nutre la imaginación rebelde en el mundo entero en tiempos cada vez más opresivos.
Para nosotras, para nosotres, ya hay un triunfo colectivo: sacamos nuestros cuerpos, nuestros abortos y nuestros deseos de la clandestinidad y ahí no volvemos más. En estos meses de debate, nuestras voces se amplificaron por todos lados: del congreso a las casas, de las escuelas a los sindicatos, de las organizaciones barriales a los territorios campesinos, y lo que discutimos fue nuestra autonomía. Una autonomía que no piensa en el cuerpo como propiedad privada sino que reconoce el entramado comunitario que todas las personas necesitamos para vivir y desarrollarnos, para cuidarnos colectivamente. Para ejercer nuestro derecho a una sexualidad libre y a diseñar las familias que queremos, cuando queremos, con quién o quiénes queremos.
El parlamento no puede desconocer este poder popular, masivo y callejero sin poner en riesgo la idea misma de democracia. La vida, la libertad, el deseo y el derecho están de nuestro lado.
La Iglesia, a través de sus voceros varones, se plantea una nueva cruzada contra las mujeres y contra todas las identidades que el patriarcado menoscaba o directamente niega. Pretenden así imponer una nueva inquisición. Hemos visto su poder de lobby en el sistema político, en el sistema educativo y entre empresarios y sindicalistas. No nos sorprende. ¡Si se jactan de hablar con el Papa para sostener que aborto legal y holocausto serían una misma cosa! La avanzada es triple: militar, financiera y religiosa. Es decir: criminalización, endeudamiento y culpabilización sobre nuestros cuerpos y territorios. Mientras el aborto legal insume meses de debate, la militarización y el endeudamiento se deciden por decreto. Y cuando nos preparamos para tomar la calle por nuestros derechos, el poder decide vallar completamente la plaza pública: es una provocación. Por eso volvemos a gritar: saquen sus rosarios de nuestros ovarios y saquen sus milicos de nuestros territorios.
El feminismo le reclama al sistema político que legisle a favor de la vida de las mujeres y todas las personas con capacidad de gestar, la ley del Aborto Legal, Seguro y Gratuito no obliga a nadie a abortar. Con el 60% de la opinión pública a favor, 41 abortos que ya se realizan cada hora según estadísticas oficiales, las calles del mundo colmadas en solidaridad con quienes defendemos nuestro derecho a la vida, ¿cómo se atreverán a salir del recinto y mirar a la cara a millones de personas habiendo votado en contra de nuestros derechos y libertades? Si la ley no sale, nosotrxs no nos iremos de las calles y ellxs, no podrán salir del Congreso porque en la calle el Aborto Legal ya es ley. No nos vamos a dejar quemar porque esta vez el fuego es nuestro.
#NiUnaMenos #VivasLibresYDeseantesNosQueremos
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