Hace tan solo dos años y medio (el 19 de octubre de 2016) nos encontrábamos en la calle produciendo el primer Paro Nacional de Mujeres. Aquella convocatoria sacudió las organizaciones sindicales: ¿quién es el sujeto que da semejante mandato? ¿Quién se anima a parar el país por el asesinato de una piba?
Con la fuerza de aquel momento decidimos convocar el 8M del 2017 al primer Paro Internacional de Mujeres, que luego replicamos en el 2018 como Paro Internacional Feminista. La palabra PARO ya es parte del vocabulario que elegimos para organizarnos. La hicimos nuestra y la ensanchamos tanto como para que cobije a todas las formas de trabajo que las mujeres realizamos cada día que para nosotras es una triple jornada laboral.
Este 1º de Mayo saludamos a todas las mujeres, lesbianas, travestis y trans, porque ¡Trabajadoras somos todas!
HIJAS DEL PARO
¿Quiénes somos?
Nacimos de la confluencia que se viene produciendo entre trabajadoras de territorios, de fábrica y de la economía popular, trabajadoras domésticas, de los cuidados y precarizadas, entre aquellas organizadas en sindicatos y en otros múltiples colectivos feministas, entre aquellas que no tienen patrón visible pero trabajan a destajo en sus casas y entre las que son trabajadoras desempleadas. Este encuentro no dejó de crecer desde el primer paro nacional de mujeres, porque el feminismo está expandiendo una trama y una iluminación común que vincula y potencia luchas y experiencias muy heterogéneas y habilita una recomposición popular impensada que transgrede y trasciende la fragmentación sindical y las divisiones partidarias.
Los paros internacionales del 8 de marzo de 2017 y de 2018 condensaron la fuerza social de esta multiplicidad y mostraron una marea que no para de crecer y de envolvernos.
Este proceso puso en discusión que la huelga puede ser apropiada, reinventada y ampliada más allá de los límites del mundo del trabajo asalariado, “en blanco” y organizado en sindicatos casi exclusivamente por varones.
Cuando el movimiento de mujeres llama a la huelga, el paro deja de ser una orden para convertirse en una pregunta: ¿que significa parar en cada situación concreta? ¿Cómo se construye la multiplicidad de un mismo acto político contundente: el paro de las amas de casa, de las vendedoras ambulantes, de las trabajadoras del campo, de las estudiantes, de las desocupadas, de las trabajadoras de los cuidados, de las migrantes? Incluso: ¿qué significa parar cuando tu sindicato no da la orden de parar?
LOS MAL PARADOS
Es una práctica habitual intentar aislar la experiencia sindical de las mujeres de otras prácticas políticas. A partir de la fuerza del paro, que expresó esta decisión de mezclarnos y aliarnos, la reacción no se hizo esperar. Y desde entonces nos dicen :
Que el feminismo es un sectarismo: que deja afuera a los hombres y que debilita la unidad de las demandas. Así, el movimiento de mujeres es presentado como una suerte de “agente externo” al sindicalismo, borrando la interseccionalidad de nuestras experiencias y la potencia de cuestionar la autoridad masculina y su lógica de construcción patriarcal.
Que las mujeres no estamos preparadas para tomar los espacios de poder que reclamamos: se nos atribuye una intransigencia que hace que supuestamente no sepamos negociar. No se reconoce que lo que ponemos en juego es otra lógica de construcción que, además, desnuda los límites e ineficacias de una negociación que tanto tiempo le dio al gobierno.
Que el feminismo llamando a paro deslegitima y debilita el poder de las dirigencias, en un momento de ataque y campaña de desprestigio a los sindicatos: nos culpabilizan de esta manera por tomar la iniciativa frente a su inacción.
Que la medida del 8M le quita fuerza a otras acciones: desconocen y desprecian la forma inclusiva que produce una mirada feminista de los conflictos.
¿POR QUÉ NOS ORGANIZAMOS?
La confluencia de luchas que enlazan los diversos territorios del trabajo (doméstico, comunitario, asalariado, precario, de los cuidados, migrante) desde la mirada feminista permite radicalizar y profundizar nuestras demandas. Nosotras ponemos en crisis el concepto de trabajo patriarcal porque:
Cuestionamos que el trabajo digno es sólo el que tiene salario.
Cuestionamos que el trabajo reconocido es sólo el masculino.
Cuestionamos que el trabajo productivo es sólo el que se hace fuera de la casa o del barrio.
Dejamos de estar esperando el momento ideal para poner en escena la multiplicidad de las opresiones.
Desde esta intersección estamos construyendo un feminismo popular que se hace cargo de la multiplicidad de formas en que producimos valor. Nuestra lucha no se agota en cuestiones de cupo y representación.
Desde esta intersección estamos elaborando un diagnóstico, una dinámica de transversalidad y una manera de resistencia que permite hacer frente a las reformas previsional y laboral porque politiza todos los ámbitos de reproducción de la vida.